Poncharle la llanta a tu acérrimo rival es primitivo y de mal gusto, así como estacionarte en Monaco, o chocar a propósito a quien te puede ganar el campeonato. Todos esos pilotos deberían aprender de este amateur en un Mazda Miata que en Silverstone hace lo que para mi es una de las mejores maniobras de la historia.
En mi caso, esperaba cualquier maniobra de hijueputa de esas que vemos cada fin de semana en todas las series de carreras (y eso que no veo ni un minuto de NASCAR), pero al final el resultado fue una enorme carcajada.
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