El mercado de los autos exclusivos está cambiando. Desde hace varios años ser dueño de un Ferrari o Lamborghini nuevo se aleja cada vez mas de ser sinónimo de exclusividad. Las pequeñas fábricas de superautos en conjunto con la globalización y el amasamiento de grandes fortunas han logrado que nazca un nuevo nicho en el mercado de los autos exclusivos.
Este nicho se basa fundamentalmente en la personalización de los autos, en hacerlo a gusto del cliente que tenga el dinero suficiente para pagarlo. Este factor se junta con el hecho de los pequeños números de producción de los autos, lo que vuelve extremadamente difícil que haya dos autos iguales. El grado de personalización puede llegar hasta lo que el cliente esté dispuesto a pagar, inclusive llegan a hacer que el auto funcione con un tipo específico de gasolina local. En autos nuevos, lo único que los supera en exclusividad es el coachbuilding.
Una de estas compañías es Koenigsegg, localizada en Ängelholm, Suecia que desde hace diez años construyen uno de los autos más exótico, exclusivo y rápido del mundo. J.F. Musial nos lleva a un tour muy informativo por la fábrica y de la mano del fundador de la compañía, Christian Von Koenigsegg.
Si bien, en mi opinión, Koenigsegg no se acerca al nivel extremo de detalle y grado artístico de un Pagani, no hay que quitar mérito a lo que hacen. A diferencia de Pagani, ellos han desarrollado muchas de las partes mecánicas del auto, incluyendo el motor y la suspensión. El motor es capaz de correr en bio-combustible, por lo que cuenta con una pequeña computadora que analiza el tipo de combustible usado y optimiza el funcionamiento del motor para ese combustible en específico.
Aunque los Koenigsegg nunca han sido de mi agrado estéticamente, no dejan de ser una gran marca. Estar a la par del Veyron en velocidad máxima y superarlo en otras categorías, es un gran logro para una compañía tan pequeña.
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